MOVILIDAD CON ALUMNOS A DINAMARCA, ERASMUS +, MARZO DE 2024

Profesor: Alejandro Díez Huélamo.

El pasado mes de marzo la Escuela Oficial de Idiomas de Carabanchel realizó una movilidad a la escuela Vucklar de Slagelse en Dinamarca con un profesor y 4 alumn@s. La acogida en la escuela anfitriona fue INMEJORABLE: nos agasajaron con copiosos desayunos y exquisitas comidas…a las 12 del mediodía :-), horario danés.

Realizamos dos presentaciones sobre nuestra Escuela Oficial de Idiomas y también hablamos sobre Madrid, la sostenibilidad, actividades que llevamos a cabo, etc. La escuela danesa es muy interesante: acoge a personas que dejaron de estudiar en primaria o en secundaria por diferentes razones (enfermedad, problemas de diversa índole…) y el gobierno danés les da una oportunidad para que se formen en algo. Tiene varios módulos de formación profesional y para que el alumnado se pueda formar, pagan una cantidad simbólica. De esta manera el gobierno danés intenta que TODA la población tenga una formación académica que les pueda servir después para encontrar una profesión. Una filosofía muy loable. De las varias cosas que me llamaron la atención fue lo que ellos llaman “el consejo verde”. Es una institución dentro de la institución que engloba a toda la comunidad escolar y cuyo cometido es el de hacer propuestas sostenibles. Algunas iniciativas necesitan el beneplácito de las autoridades y otras no, como el banco de intercambio de ropa usada que propusieron l@s propi@s alumn@s para no comprar ropa nueva necesariamente.   La escuela Vucklar es maravillosa, como también lo es su claustro de profesores. Próximamente vendrá un grupo de profes y alumnado danés de la mencionada escuela a nuestra EOI de Carabanchel. Esperamos que estas iniciativas del programa Erasmus + continúen durante mucho tiempo.

A continuación, los testimonios de l@s alumn@s que fueron a Slagelse.

7 cosas que siempre quiso saber sobre Dinamarca y nunca se atrevió a preguntar Tras su reciente viaje a Dinamarca, la expedición Erasmus+ responde algunas cuestiones sobre el antiguo reino de los vikingos: 1. El invierno no es lo que era, ni siquiera en Escandinavia. Viajamos con nuestro fondo de armario más ártico, soñando muñecos de nieve y quizá patinar en los lagos de la ciudad, pero encontramos temperaturas no muy diferentes a algunos días del invierno madrileño, incluso ratos deliciosamente soleados.  2. El choque con los precios es inevitable en cuanto se pisa un supermercado, un restaurante o un bar. Cafés a 4 euros, cervezas a 10… La mala noticia es que somos un país pobre, la buena es que se impone la moderación. 3. Nada huele a podrido en ese estado, pese a lo que se insinuaba en Hamlet. De hecho, parece una monarquía que goza de prestigio entre sus súbditos. La reina ha abdicado recientemente en favor de su hijo y nadie ha tenido que apartarse a ningún exótico emirato. 4. Todo el mundo va en bicicleta, es una delicia, el mejor medio de transporte, aunque también puede ser el más peligroso. Si solo quieres dar un paseo, tendrás que andar con cien ojos, ya que conducen las bicis como se conducen los coches en Madrid. 5. Los coches se comportan como las bicis aquí, apocados, pusilánimes, tratando de evitar ser arrollados por el enjambre de bicis. No hemos oído un solo claxon, pero los timbres reclamando paso han estado a punto de tirarnos al suelo más de una vez. 6. Algo totalmente inconcebible para nuestra cosmovisión es que las casas (y de paso los hoteles) tienen la ducha en el mismo espacio del retrete, no separada por una mampara o cortina. Te duchas y es como si hubiera pasado una DANA en el baño. 7. HYGGE. Esto último no se puede explicar, pero se siente. Está en las casas, en los locales, incluso en la escuela. Esperamos habernos traído un poco de vuelta.       Iván Martín Cruz, C.2.1 de inglés.

Tras dos vuelos y 5 horas de viaje, cuanto llegamos a Copenhague tuvimos el mejor de los recibimientos. ¡Un taxi nos esperaba a la salida del aeropuerto! Y menos mal, porque ya se notaba el cambio de temperatura. Ese primer día teníamos mucho por preparar. Como parte de la movilidad, nos acogía un centro de estudios al que teníamos que hacer una presentación de nuestra escuela, y todo tenía que salir perfecto. ¡Aprovechamos hasta los viajes en tren para realizar los últimos repasos! La escuela se encontraba en Slagelse una pequeña ciudad bien conectada pero algo alejada de la capital. Mejor para nosotros, que podíamos disfrutar de las vistas durante el trayecto. Allí nos presentaron los proyectos educativos, de integración y de desarrollo sostenible que se desarrollaban en el centro. Todos eran tan amables y simpáticos. Nos recibieron con cruasanes y nos invitaron a comer con ellos en el centro. Pero, ¿Qué español puede tener hambre a las 11.30? Fue un divertido choque cultural. Los alumnos de la escuela se mostraron muy interesados con nuestra presentación, fue una gran oportunidad para hablar del aprendizaje de idiomas y los diversos bagajes culturales que teníamos todos los estudiantes. También pudimos ver las instalaciones y participar en algunas de las clases. Desde luego ha sido una experiencia increíble y me siento muy afortunada por haber podido formar parte de esto. Tener la oportunidad de descubrir una nueva ciudad y meterte por unos días de lleno en ella, relacionándote con nativos y con compañeros como Karla, Ana, Iván y Álex no tiene precio. Aunque haya algún incidente montando en bici que tal vez es mejor borrar de la memoria. ¡Animo a todos a participar en el próximo programa Erasmus!   Silvia Blasco Moreno, C.1 de inglés.

Cuando el grupo decidió embarcarse en un intercambio Erasmus en Dinamarca, esperábamos encontrar un país de daneses nativos. Sin embargo, al llegar a la escuela nos encontramos con la sorpresa de que habían muchos estudiantes de Medio Oriente. Esta mezcla inesperada de culturas fue una de las primeras lecciones de que las expectativas a menudo difieren de la realidad, pero de manera positiva y enriquecedora ya que nos contaron algunas de sus historias, costumbres y como ha sido adaptarse a Dinamarca. A pesar del frío, andar en bicicleta rápidamente se convirtió en la manera favorita del grupo para explorar la ciudad, pues la buena estructura y conexión que hay en las ciclo-rutas jugaron a nuestro favor, aunque no podemos negar que sentimos que el transporte en bicicleta allí es algo más peligroso que en Madrid, debido a la gran cantidad de personas que la usan. Respecto al horario de comidas, nos tuvimos que adaptar ya que eran notablemente más temprano que lo acostumbrado en España, sin negar que hasta la experiencia del almuerzo fue de lo más gratificante ya que la escuela mostró una consideración especial con los estudiantes de intercambio, organizando un buffet de comida local todos los días en los que estuvimos allí, un gesto que el grupo apreció enormemente. La vida en Dinamarca demostró ser un equilibrio entre la disciplina en el manejo del tiempo y las actividades, y la calidez de las personas que el grupo conoció. Cada profesor y cada residente local exhibió una amabilidad auténtica que hizo sentir a todos acogidos desde el principio. Añadiendo que la estancia en Dinamarca se enriqueció aún más al compartir esta experiencia entre nosotros, que aunque variamos en edad, compartimos un espíritu aventurero. Al concluir nuestro tiempo en Dinamarca, el grupo aprendió la importancia de estar abierto a lo inesperado y de valorar la diversidad. Nos llevamos con nosotros recuerdos de un lugar que es frío en clima pero increíblemente cálido en humanidad. Dinamarca nos cambió, mostrándonos que la amabilidad y la aceptación pueden encontrarse en cualquier parte, trascendiendo las diferencias culturales. Karla Lamus Oliveros, B.1 de inglés.

        

Nuestro viaje no empieza el 6 de marzo camino al aeropuerto de Barajas para coger un avión con escala en Amsterdam destino Copenague. El comienzo se puede considerar el momento en el que decides probar suerte y apuntarte a la movilidad Erasmus con pocas expectativas, sabiendo que el número de alumnos/as que lo solicitan no es pequeño. Y llega el día en el que ves las listas de lxs seleccionadxs y tu nombre aparece en ellas, y entonces, tu cabeza sí que empieza a viajar. Se mezclan las ganas de conocer otro país, con la ilusión de haber sido unx de lxs cuatro elegidxs, con la impaciencia de contárselo a tus familiares, amigxs, y al/la jefe/a, que es quien al final tiene que concederte las vacaciones para poder ir. También hay un poco de miedo a viajar con nuevxs compañerxs que solo conoces de haberles prestado la goma en clase, o ni eso, y un toque de curiosidad por conocer el programa del viaje sin olvidarse del impacto que se sufre al buscar el destino en el mapa y ver que Slagelse aparece en el mapa de casualidad porque es una pequeña ciudad, si la queremos subir de la categoría pueblo, en el medio de la isla de Selandia, la misma donde se encuentra la sí conocida y elegida para alojarnos, Copenague. Pues así es, dormíamos en la ciudad de la pequeña sirenita y nos deleitábamos con los paisajes matutinos daneses en la hora de duración del tren hasta Slagelse, siempre y cuando no hubiera niebla espesa o no tuviéramos que repasar nuestra genuina presentación de la EOI de Carabanchel, de la que, por cierto, podemos sentirnos orgullosxs ya que las dos veces que la expusimos a dos clases de la HF&VUC KLAR SCHOOL recibimos sendas ovaciones, despertando además mucho interés en el turno de preguntas. Interés mutuo, ya que a nosotrxs también se nos dio la oportunidad de interactuar con ellxs. Primero con una clase de inglés integrada por muchas nacionalidades diferentes, desde SriLanka hasta Pakistan, todas maravillosas, y con otra clase formada por un grupo de simpáticxs jóvenes danesxs quienes nos explicaron nuestras dudas surgidas a lo largo del viaje, como por qué los jóvenes hablan entre ellxs en inglés en lugar de en danés, su lengua materna, o cómo para ellxs, lo de tener la ducha y el inodoro juntos no representaba ningún choque cultural, sino la normalidad de sus hogares. No solo disfrutamos de sus clases, impartidas sin libros, con juegos y mucha participación, si no que toda la acogida en su escuela fue espectacular, nos recibían con un delicioso desayuno y a las 11:30 AM ya nos estaba esperando un suculento buffet para almorzar, gracias al cual pudimos probar los típicos SmØrrebrØd, esas rebanadas de pan negro con mantequilla y variados ingredientes fríos, que nos vuelve el hambre solo de recordarlos, incluso siendo las 11:30 de la mañana. Y es que, ya lo dice el refrán, allá donde fueres, haz lo que vieres, y por eso, aparte del intercambio con la escuela de Slagelse, hicimos lo propio, – ¿comer arenques? – No, eso no, que la beca no da para tanto, pero sí que alquilamos unas bicis para recorrer la capital danesa porque es el mejor medio de transporte allí y el que debe de usar el 90% de la población. Quisimos ser como ellxs yendo en bici, aunque nos quedamos lejos de alcanzar sus velocidades y adelantamientos. La ciudad está hecha para las dos ruedas y así pudimos desplazarnos desde el céntrico parque del Tivoli a Roskildevey, una de las calles comerciales más largas de Europa, alcanzar el bucólico puerto de Nyhavn, seguir pedaleando hasta la sirenita sin olvidarnos de parar en el Palacio Real y desviándonos al día siguiente al original barrio autogestionado de Christania donde dicen que no se pueden hacer fotos ni pagar con tarjeta, pero sí consumir drogas blandas. Y rodando y perdiéndonos un poco, conocimos incluso el Carabanchel de Copenaghen, el multicultural barrio de Norrebro, con su calle principal llena de vida y kebabs, sus grafitis y sus galerías de arte, así como gozamos del espectáculo natural del Cementerio de Assistens donde entre cedros, hayas, helechos y otras maravillas de fuerte raíz yace el famoso escritor Christian Andersen. Eso sí, no pudimos hacer todo lo que hacen los daneses porque para ello tendríamos que habernos bañado en el mar a sus 5ºC de máxima, y en esa tesitura, decidimos optar por meternos en cualquiera de sus acogedoras cafeterías para entrar en calor con la ayuda del Hygge danés. Describir Hygge ya es más difícil y habría que entrar en la filosofía del bienestar y el placer de los pequeños detalles con otro artículo, así que concluimos diciendo que puede que nuestro viaje terminase el 10 de marzo volviendo al aeropuerto, o puede que el viaje lo extendamos unos meses más buscando nuestro propio Hygge de vuelta a España.

Ana Petisco, C.2.1 inglés

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